sábado, 6 de agosto de 2016

MAS NO DEMORES TANTO



MAS NO DEMORES TANTO
 
El cuerpo - dicen - ya no será más el mismo
en su reflejo exterior,
mas algo se diga de las cavernas fosforescentes
que navegan el hambre del demonio
en la hora de su resplandor
 
Mira mi cuerpo antiguo en la curva del chafariz
o al timón del navío.
Yo soy un pájaro nocturno perturbado.
Yo te ofrezco mis senos muy blancos
en una escalera secreta del mar Caspio.
 
Alguien habló de un modo descuidado
y las gárgolas de Nôtre Dame
contornaron los pezones
como breves y clandestinos fuegos fatuos.
 
El cuerpo - dicen - ya no será el mismo,
desesperadamente yo te deseo
mientras navego rocas subterráneas
a la orilla de la consciencia humana
y la raja de la atmósfera interfiere en la raya luminosa
justo en el centro de la pantalla del televisor que se rompió.
Porque en aquel tiempo
el amor era como un príncipe ebrio
y forzosamente hindú
él era como la voz ronca de Dionisio
haciendo sonar las teclas del piano austriaco
abandonado en la pasarela roja
de un carnaval de plumas en la calle de Buen Jesús.
 
Salí por el embarcadero embriagada
arrastrando candelabros escarlatas
en el río de letreros luminosos
mientras la lluvia golpeaba el pico duro de aquellos senos
ardiendo siempre de tanto amor.
Todos estaban demás y no lo sabían
mas cuando tú me agarraste fuerte yo me sorprendí tímida
y hasta hoy he huido entre palmeras
por las carreteras líquidas del vino y del neón.
 
Digo que continúa urgente la ilusión de ese momento
acometido de inenarrables confesiones.
Utopía presa en el cartílago húmedo,
cuando tu boca recubra el seno
seremos entonces las dos otras caras
de una misma única posesión
como una historia pegada en la otra
mientras se lame el lacre de la carta escrita en la infancia
que un agua súbitamente tibia casi borró.
 
Como decir, sin extrañarte: recúsame
que la dama desnuda al teléfono puede estar en trance
al que tanto aspiras bajo el rojo de las linternas
mientras la lluvia cubre los tejados a la orilla del mar.
Todo ahora se tornó tan urgente
que duele la espera inmemorial de las muñecas
sobre la madera oscura
inmóviles mas no inertes
aguardando su número de magia
rompiendo la banalidad de los noticiarios de la televisión.
 
La blusa de satén verde tiene un escote de princesa judía
asesinada desnuda en un campo de concentración.
Espléndido violinista, nos vamos enloqueciendo lentamente.
La blusa de satén verde deja entrever la parte
muerta de la carne blanca
bajo la luz del globo fosforescente
girando sobre los bailarines
mañana invisibles del bar Royal.
 
Cierra los ojos y piensa lo que quieres
mientras las manos y las bocas cumplen recorridos
de espejismos desérticos
mientras yo toco nuevamente
mi piano austríaco en la calzada del embarcadero
y el mar casi revienta las ventanas dalinianas del
Almacén XIV.
 
Porque el espíritu ha de ser siempre el mismo
yo desafío tu preferencia
y la blusa de satén verde sin mi cuerpo dentro
tiene aún un océano de lentejuelas
reflejando la vibración de la piel
que por algunos momentos la habitó.
Dragón gigante
lengua demoníaca
unión clandestina
avieso encantamiento
abismo volcánico
donde la partitura se deshizo en notas  cubriendo la pauta
que guía el violoncelista al Palacio de Cristal.
 
Cierra los ojos y bésame de modo frágil
porque todo se volvió más urgente
desde el Museo Serralves y los dibujos rosa del mármol
revelan caminos recifenses de la piel emparedada
soñando el éxtasis de la resurrección.
 
Tu mirada tiene el mismo brillo de un lanzador de cuchillos
mientras giro en la rueda sobre mí misma
dramáticamente presa en  las cuerdas
bajo el sonido de Tchaikovski en la Obertura 1812.
 
Tu mirada es como una campana milenariamente gigante
rondando las terrazas de la Regua hasta las aceras de Copacabana
tu mirada es como un barco vikingo pidiendo ensenada
desde los cocoteros de Recife hasta los verdes pinos gallegos
que dieron sombra al romance de mis bisabuelos.
 
Sé que has de venir bajo la nieve  enlunada
conduciendo linterna en el pescuezo del caballo blanco
y me tomarás al galope en tu capa de terciopelo oscuro
mientras en el circo abandonado la trapecista
continuará durmiendo
completamente desnuda
 en la jaula de los leones.
 
Sé que has de venir ferozmente hechizado
en ese rapto anunciado para cruzar las aguas desde el Capibaribe al Duero
y bailaremos bajo la luz de un candelabro de siete brazos
hasta que el sol seque las siete faldas
quitadas bajo el sonido de siete violines
durante las siete noches de encantamiento.
 
Mas no demores tanto.
Que amar es el arte
de hacerse presente
y todo aquello que necesitamos
es de poesía
locura y énfasis
en el acto heroico de reabrir las puertas
e la carne mansa que se equivocó.
 
Que el cuerpo - dicen - ya no será el mismo
y lo que era asedio puede robustecerse en la fuga
y hasta nosotros – dicen – no seremos los mismos
en el extraño instante de rayo láser
en que llega sin aviso
el placer de la mañana.


Lucila Nogueira- Brasil
Traducción: Elkin Obregón, Marta Spagnuolo y Luiz Carlos Neves


*****



MAS NÃO DEMORES TANTO





O corpo - dizem - já não será mais o mesmo
em seu reflexo exterior,
mas alguma coisa se diga das cavernas fosforescentes
que navegam a fome do demônio
na hora do seu resplendor


Olha o meu corpo antigo na curva do chafariz
ou no leme do navio.
Eu sou um pássaro noturno perturbado.
Eu te ofereço os meus seios muito brancos
numa escada secreta do mar Cáspio.


Alguém falou de um modo descuidado
e as gárgulas de Notre Dame
contornaram os mamilos
como breves e clandestinos fogo-fátuos.


O corpo - dizem - já não será o mesmo,
desesperadamente eu te desejo
enquanto navego rochas subterrâneas
à beira da consciência humana
e o racha da atmosfera interfere na faixa luminosa
bem no centro da tela da televisão que se quebrou.


Porque naquele tempo
o amor era como um príncipe bêbado e forçosamente hindu
ele era como a voz rouca de Dioniso
fazendo soar as teclas do piano austríaco
abandonado na passarela vermelha
de um carnaval de plumas na rua do Bom Jesus.


Saí pelo ancoradouro embriagada
arrastando candelabros escarlates
no rio de letreiros luminosos
enquanto a chuva batia no bico duro daqueles seios
ardendo sempre de tanto amor.


Todos eram demais e não sabiam
mas quando tu me pegaste forte
eu me surpreendi tímida
e até hoje estou fugindo entre palmeiras
pelas estradas líquidas do vinho e do neon.


Digo que continua urgente a ilusão desse momento
acometido de inenarráveis confissões.
Utopia presa na cartilagem úmida,
quando tua boca recobrir o seio
seremos então as duas outras faces
de uma mesma única possessão,
como uma estória colada na outra
enquanto se lambe o lacre da carta escrita na infância
que uma água subitamente morna quase apagou.


Como dizer, sem te estranhar: recusa-me
que a dama nua ao telefone pode estar no transe
a que tanto aspiras sob o vermelho das lanternas
enquanto a chuva cobre os telhados à beira-mar.
Tudo agora se tornou tão urgente
que dói a espera imemorial das bonecas
sobre a madeira escura
imóveis mas não inertes
a aguardar seu número de magia
quebrando a banalidade dos noticiários da televisão.


A blusa de cetim verde tem um decote de princesa judia
assassinada nua em campo de concentração
esplêndido violinista, vamos enlouquecendo devagar.
A blusa de cetim verde deixa entrever
a parte morta da carne branca
sob a luz do globo fosforescente
girando sobre os dançarinos
amanhã invisíveis do bar Royal.


Fecha os olhos e pensa no que quiseres
enquanto as mãos e as bocas
cumprem roteiros de miragens desérticas,
enquanto eu toco novamente
o meu piano austríaco na calçada do cais
e o mar quase arrebenta as janelas dalinianas
do Armazém XIV.


Porque o espírito há-de ser sempre o mesmo
eu desafio a tua preferência
e a blusa de cetim verde sem meu corpo dentro
tem ainda um oceano de lantejoulas
refletindo a vibração da pele
que por alguns momentos a habitou.


Dragão gigante
língua demoníaca
união clandestina
avesso encantamento
abismo vulcânico
onde a partitura se desfez em notas a cobrir a pauta
que guia o violoncelista ao Palácio de Cristal.


Fecha os olhos e beija-me de modo frágil
porque tudo se tornou mais urgente
desde o Museu Serralves
e os desenhos rosa do mármore
revelam caminhos recifenses da pele emparedada
sonhando o êxtase da ressurreição.


O teu olhar tem o mesmo brilho de um atirador de facas
enquanto giro na roda sobre mim mesma
dramaticamente presa nas cordas
ao som de Tchaicovski na Abertura 1812.


O teu olhar é como um sino milenarmente gigante
rondando os patamares da Régua
até a calçada de Copacabana,
o teu olhar é como um barco viking pedindo enseada
desde os coqueiros do Recife
até os verdes pinheiros galegos
que deram sombra ao romance dos meus bisavós.


Sei que hás de vir sob a neve enluarada
conduzindo lanterna no pescoço do cavalo branco
e me tomarás a galope em tua capa de veludo escuro
enquanto no circo abandonado
a trapezista continuará dormindo
completamente nua
na jaula dos leões.


Sei que hás de vir ferozmente enfeitiçado
nesse rapto anunciado para cruzar as águas do Capibaribe ao Douro
e dançaremos à luz de um candelabro de sete braços
até o sol secar as sete saias
tiradas ao som de sete violinos
durante as sete noites da encantação.


Mas não demores tanto.
Que amar é a arte
de se fazer presente
e tudo aquilo que precisamos
é de poesia
loucura e ênfase
no ato heróico de reabrir as portas
da carne mansa que se equivocou.


Que o corpo - dizem - já não será o mesmo
e o que era assédio pode retemperar-se em fuga
e até nós – dizem – não seremos os mesmos
no estranho instante de raio laser
em que chegar sem aviso o prazer da manhã.


Lucila Nogueira- Brasil


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Lucila Nogueira nació en Río de Janeiro, Brasil, el 30 de marzo de 1950. Es poeta, ensayista, cuentista, editora, ensayista, profesora universitaria y traductora. Ha publicado quince libros de poesía, a saber: Almenara, 1979; Pecho abierto, 1983; Quasar, 1987; La dama de Alicante, 1990; Libro del desencanto, 1991; Ainadamar, 1996; Ilaiana, 1997-2000; Zinganares, 1998; Imilce, 1999; Amaya, 2001; La cuarta forma del delirio, 2002; Reflectores, 2002; Bastidores, 2002; Desespero blue, 2003 y Estocolmo, 2004. Su primer libro, Almenara, obtuvo el premio de poesía Manuel Bandeira, del Gobierno del Estado de Pernambuco, en 1978. Dicho premio le fue nuevamente concedido por Quasar, en 1986. Como ensayista publicó Ideología y forma literaria en Carlos Drummond de Andrade, 2002 y La leyenda de Fernando Pessoa, 2003. Es miembro de la Academia Pernambucana de Letras desde 1992, y socia correspondiente de la Academia Brasilera de Filología, con sede en Río de Janeiro. Edita, desde hace siete años, la revista de lusofonía Encuentro. Pertenece al Consejo Editorial de la revista electrónica «Mafuá», de la Universidad Federal de Santa Catarina, y colabora en la revista electrónica «Aguja», editada por Floriano Martins y Cláudio Willer. La suya es una voz que viene desde el canto de las antiguas sibilas hasta los sonidos más característicos de la actualidad, transita entre la sexualidad más explícita y los niveles más abstractos de la espiritualidad, hurga en el sentido trágico de la vida y busca además el instante más delicado; pasa de la serenidad de un lago de agua cristalina a los eléctricos relámpagos de la humana tempestad; marcha desde una belleza sublime hasta un relato contundente sobre temáticas de la modernidad, representa un cruce de lecturas y vivencias, desde su ancestralidad ibérica hasta el arquetipo mítico suramericano, una dicción brasilera que rompe con el cerebralismo experimental, ya agotado en este comienzo de siglo, rescata la fantasía y lo espontáneo al guiarnos, por una interioridad llena de atmósferas referentes, hacia otras geografías y otros mundos.





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