viernes, 2 de octubre de 2015

RUEGO



RUEGO

¿Quién estranguló la voz cansada
de mi hermana de la selva?


De pronto su llamado a la acción
se perdió en el fluir infinito de la noche y el día.
Ya no llega hasta mí cada mañana,
exhausta tras el largo viaje,
ahogada milla tras milla
en el eterno grito: ¡Macala!


No, ya no viene más, húmeda todavía de rocío,
maniatada con niños y con sumisión…
Un hijo a la espalda, otro en el vientre
¡siempre, siempre, siempre!
Y un rostro todo contenido en una mirada suave,
cada vez que recuerdo esa mirada
siento que mi carne y mi sangre se hinchan trémulas,
latiendo ante afinidades y revelaciones…
Pero ¿quién ha impedido que su inconmensurable mirada
nutriera mi hambre profunda de camaradería
que nunca podrá satisfacer mi pobre mesa?


“Io mame” ¿quién pudo silenciar de un tiro
la noble voz de mi hermana de la selva?
¿Qué mezquino y brutal látigo de rinoceronte
la azotó hasta matarla?


—En mi jardin florece la siringa.
Pero con un presagio maligno en su flor purpúrea,
en su intenso inhumano perfume;
y el verano aguarda que el hijo de mi hermana
descanse en él…
En vano, en vano,
un chirico canta y canta posado entre los juncos,
por el niñito de mi hermana perdida,
víctima de los nebulosos amaneceres de la selva.
Ay, yo sé, yo sé: al final había un resplandor
de despedida en esos dulces ojos,
y su voz llegó como un murmullo ronco,
trágico y desesperado….


Oh África, patria mía, respóndeme:
¿Qué le hicieron a mi hermana de la selva,
que ya no viene más a la ciudad con sus eternos retoños
(uno a la espalda, otro en el vientre)
y su eterno pregón de carbonera?
¡Oh África, patria mía,
tú al menos no renegarás de mi heroica hermana,
ella vivirá en el altivo memorial de tus brazos!


Noémia de Sousa- Mozambique


6 comentarios:

Ronald Bonilla dijo...

Bello poema, abrazos

Luna de Cristal dijo...

Precioso ,

un poema por la mujer y su milenario andar , sus condiciones de vida , entrega y sumisión , más aún un grito acallado.
hecho con mucho sentimiento transmite el dolor por la pérdida y el resguardo de la memoria acunado en los versos del final.

abrazos. Marisa Aragón Willner

Óscar Distéfano dijo...

Un poema que me ha gustado mucho. La mujer como espíritu, como esencia, de la selva, de la naturaleza, de la existencia. Mis aplausos.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Ronald, por venir.

Un fuerte abrazo
Ana

Ana Muela Sopeña dijo...

Bellísimo tu comentario, Marisa:

Agradezco mucho tu presencia aquí.

Besos
Ana

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Óscar, por tus apreciaciones.

Besos
Ana