
YO ME BAJO EN LA ÚLTIMA ESTACIÓN
-Yo me bajo en la última estación-,
dijo el anciano que masca tabaco
y de frente arrugada;
-pues yo me bajo en la siguiente-,
dije yo tímida ante sus ojos
como espejos negro azabache.
El tren se mueve como el paisaje,
por los rieles. Deja atrás la playa
de La Concha,
las drag queen de los carnavales de Río,
la Gran Muralla China,
las citas apuntadas en mi cuaderno
amarillo,
las estaciones,
los poemas que se solapan
en la espalda de la duda,
los cromos adhesivos de una infancia
perdida, como los días lectivos,
pero con más nostalgia:
una encina y Alicia leyendo
cobijada por su sombra.
Deja atrás mis recuerdos
y mis olvidos se vuelven amigos
de esta nueva claridad
como de nieve
que veo al atravesar los túneles
de la memoria.
-Cuando lleguemos a la próxima,
yo me bajo-,
pero mi único compañero de trayecto
se limita a sonreír
y me regala su chaqueta
de cuero negro. Me dice:
-en este vagón el aire acondicionado
está estropeado
y a mí me queda menos
de lo que te piensas para llegar
a mi parada;
de hecho ambos tenemos
el mismo destino.
Y yo pensé: por lo menos
no viajo sola en este sueño
dormido por el crepúsculo,
eterno compañero de viaje.
Rosalía Linde- España
De "Huesos de Ángel", 2008.
-Yo me bajo en la última estación-,
dijo el anciano que masca tabaco
y de frente arrugada;
-pues yo me bajo en la siguiente-,
dije yo tímida ante sus ojos
como espejos negro azabache.
El tren se mueve como el paisaje,
por los rieles. Deja atrás la playa
de La Concha,
las drag queen de los carnavales de Río,
la Gran Muralla China,
las citas apuntadas en mi cuaderno
amarillo,
las estaciones,
los poemas que se solapan
en la espalda de la duda,
los cromos adhesivos de una infancia
perdida, como los días lectivos,
pero con más nostalgia:
una encina y Alicia leyendo
cobijada por su sombra.
Deja atrás mis recuerdos
y mis olvidos se vuelven amigos
de esta nueva claridad
como de nieve
que veo al atravesar los túneles
de la memoria.
-Cuando lleguemos a la próxima,
yo me bajo-,
pero mi único compañero de trayecto
se limita a sonreír
y me regala su chaqueta
de cuero negro. Me dice:
-en este vagón el aire acondicionado
está estropeado
y a mí me queda menos
de lo que te piensas para llegar
a mi parada;
de hecho ambos tenemos
el mismo destino.
Y yo pensé: por lo menos
no viajo sola en este sueño
dormido por el crepúsculo,
eterno compañero de viaje.
Rosalía Linde- España
De "Huesos de Ángel", 2008.
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