martes, 21 de febrero de 2012

ANTES DE LA OCULTACIÓN

ANTES DE LA OCULTACIÓN

Comencé a cantar entre dientes por obedecer en la oscuridad absoluta que no había hasta entonces conocido, la vieja canción del agua todavía no nacida, confundida con el gemido de la que nace; el gemido de la madre que da a luz una y otra vez para acabar de nacer ella misma, entremezclado con el vagido de lo que nace, la vida parturiente. Me sentí acunada por este lloro que era también canto tan de lejos y en mí, porque nunca nada era mío del todo. ¿No tendría yo dueño tampoco?
La música no tiene dueño, pues los que van a ella no la poseen nunca. Han sido por ella primero poseídos, después iniciados. Yo no sabía que una persona pudiera ser así, al modo de la música, que posee porque penetra mientras se desprende de su fuente, también en una herida. Se abre la música sólo en algunos lugares inesperadamente, cuando errante el alma sola, se siente desfallecer sin dueño. En esta soledad nadie aparece, nadie aparecía cuando me asenté en mi soledad última; el amado sin nombre siquiera. Alguien me había enamorado allá en la noche, en una noche sola, en una única noche hasta el alba. Nunca más apareció. Ya nadie más pudo encontrarme.
*
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María Zambrano- España
Diotima de Mantinea en Hacia un saber sobre el alma, Madrid,
Ed. Alianza, 1989, p. 196

6 comentarios:

una chica de ojos marrones dijo...

una maravilla...
gracias por compartirla...

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, me alegra mucho que te guste este poema de María Zambrano.

Un abrazo
Ana

Auralaria dijo...

Hola, Ana. En nuestro blog ya está colgado el montaje en memoria de Eduardo. Gracias por compartir un poema que ya no podré olvidar. Un abrazo. Estamos en contacto.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Auralaria.

Allá voy.

Un abrazo
Ana

Anónimo dijo...

Me encanta este poema como tantos otros, pero siento que me pierdo en el significado, me podrías orientar ? Gracias

Ana Muela Sopeña dijo...

Es una alegoría del misterio del amor y de la vida...

Saludos