
UN RELÁMPAGO AL MENOS
A veces la escritura te oculta
Eres su musgo, su porcelana
Voces crecen, locas de una gran euforia
entran con su lengua y rompen tu nombre.
Desde el inicio de la noche reina el dios de las palabras,
hunde su brazo y extrae
como de una máquina de peluches
lo liviano que hay en ti, tu falta de certezas.
(La certeza es un peso)
Todo lo que la noche me trae, alcanza también para el poema.
Trago sus semillas, siembro la duda.
Todo lo trascendental sucede en la escritura, allí acontece el incendio.
Luzco por fuera un rostro oscuro
que se quemó dentro del lenguaje.
Luzco una vida mal apagada.
Al principio tuve la inocencia, ahora permanece debajo
como un primer engaño.
De la inocencia no hay vuelta atrás, de su pérdida tampoco.
A la inocencia regresará todo lo revelado,
entre los dos fundan el futuro lenguaje, lo inevitable.
Para soportar la verdad del lenguaje, tuve que aprender a soportar
mi propia verdad.
Nadie nos libra de la verdad del poema, por ella desfilan
nuestras verdades menos puras, falsas interpretaciones,
participaciones del engaño de la inocencia.
No tengo una verdad sin rabia, ni certeza que no sea hija del rigor.
La verdad es sin palabras.
La verdad del poema es un límite, nos convierte en verdad, en espejo donde el resto de verdades vendrá a reflejarse.
sólo la duda nos confina al azar del poema
a lo liviano de la incerteza
eso que el dios de las palabras obtiene de nuestros fondos.
En el poeta, el tiempo encontró su dominio
No habita junto a él,
construye para él
su relámpago.
(ése donde la luz de la escritura dura menos que la escritura
pero es todo el esplendor de la tormenta)
Laura García del Castaño- Argentina
A veces la escritura te oculta
Eres su musgo, su porcelana
Voces crecen, locas de una gran euforia
entran con su lengua y rompen tu nombre.
Desde el inicio de la noche reina el dios de las palabras,
hunde su brazo y extrae
como de una máquina de peluches
lo liviano que hay en ti, tu falta de certezas.
(La certeza es un peso)
Todo lo que la noche me trae, alcanza también para el poema.
Trago sus semillas, siembro la duda.
Todo lo trascendental sucede en la escritura, allí acontece el incendio.
Luzco por fuera un rostro oscuro
que se quemó dentro del lenguaje.
Luzco una vida mal apagada.
Al principio tuve la inocencia, ahora permanece debajo
como un primer engaño.
De la inocencia no hay vuelta atrás, de su pérdida tampoco.
A la inocencia regresará todo lo revelado,
entre los dos fundan el futuro lenguaje, lo inevitable.
Para soportar la verdad del lenguaje, tuve que aprender a soportar
mi propia verdad.
Nadie nos libra de la verdad del poema, por ella desfilan
nuestras verdades menos puras, falsas interpretaciones,
participaciones del engaño de la inocencia.
No tengo una verdad sin rabia, ni certeza que no sea hija del rigor.
La verdad es sin palabras.
La verdad del poema es un límite, nos convierte en verdad, en espejo donde el resto de verdades vendrá a reflejarse.
sólo la duda nos confina al azar del poema
a lo liviano de la incerteza
eso que el dios de las palabras obtiene de nuestros fondos.
En el poeta, el tiempo encontró su dominio
No habita junto a él,
construye para él
su relámpago.
(ése donde la luz de la escritura dura menos que la escritura
pero es todo el esplendor de la tormenta)
Laura García del Castaño- Argentina
2 comentarios:
Trago sus semillas, siembro la duda.
Sin saber que era Laura quien escribía, vine atraída por el título, que me recordó a un poema de Olga Orozco, creo que era: Un relámpago apenas...no estoy segura.
Pero qué belleza, cuántas bellezas en estas líneas! Un abrazo Ana/Rosana
Sí, este poema es una joya, Emma.
Es un poema que no me canso de leer.
Un beso enorme
Ana
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