domingo, 10 de julio de 2011
EL SUICIDIO
EL SUICIDIO
para Rubén Tamez Garza
Pienso en la fecha de mi suicidio
y creo que fue en el vientre de mi madre;
aún así, hubo días en que Dios me caía
igual que gota clara entre las manos.
Porque yo estuve loca por Dios,
anduve trastornada por él,
arrojando el anzuelo de mi lengua
para alcanzar su oído.
Su fragancia penetraba en mi piel
palabras que no alcanzo a entender,
que no voy a entenderlas, quizá...
Aprendí muy tarde a conocer varón,
lo sentí dilatarse con toda su soledad
dentro de mí.
Fue una jugada turbia,
un error sin caminos.
Fue descender al núcleo fugaz de la mentira
y encontrarme, al despertar, rodando en el vacío
bajo una sábana de espanto.
Fue lavarle la boca a un niño
con un puño de brasas
por llamar natural lo prohibido;
por arrastrar con cara de mujer madura,
ese carro de sol inútil: la inocencia.
Fue arrancarte las uñas de raíz,
arrastrarte,
meterte en la oquedad de la miseria, a bofetadas,
por el ojo hecho llama sombría, del demonio.
Enriqueta Ochoa- México,
***
Enriqueta Ochoa (Torreón, Coahuila, 1928), es una de las más grandes poetas mexicanas. Empezó a escribir poesía a los nueve años y desde su primer libro, publicado en 1950, mostró el estilo íntimo y diáfano que la caracteriza.
Enriqueta es una mujer sencilla y generosa, pero a la vez tímida, casi huraña. Su departamento está atestado de libros. En las paredes cuelgan retratos de su hija y varias pinturas. Una de ellas es un retrato de cuando estaba embarazada, y le fue regalado en un homenaje que recibió por su obra.
La maestra tiene una elegancia nata, que se revela en cada uno de sus gestos: su forma de sentarse, de encender el cigarro, de pasar las páginas de un libro. Lleva maquillaje discreto, el cabello recogido y viste de negro, con un pequeño dije de turquesa al cuello. Su voz es hermosa, reposada, profunda. Y su charla es agradabilísima, con relevaciones tan íntimas como su poesía.
—¿Usted piensa que la poesía nace de una voz que habla al oído, como dice Paz, o es fruto de un constante trabajo con las palabras?
―La poesía nace con uno. [No es cuestión] de pasarse sobre los libros para saber qué es poesía y qué no es poesía; sino que nace como un producto de vivencias, como un producto de algo que es como un misterio, que no podemos saber nosotros de dónde viene, se nos abre la poesía. A veces en diez minutos se nos viene un poema, que con muchos libros juntos no podría uno escribir ni en quince días. Desde mi primer poema, no sé cómo lo escribí. Pero yo tenía apenas nueve años, y escribí otros y otros y otros. Uno no puede saber de qué se trata.
—Leía que su poema tan reconocido El retorno de Electra lo estuvo trabajando muchísimo tiempo. ¿Cómo fue este proceso, cuánto se tardó en poderlo plasmar?
―Bueno, ese trabajo fue interior, fue en el espíritu, fue llorar y sufrir mucho por la muerte de mi padre. De pronto este poema sale una tarde en que yo estoy esperando que salga mi hija de la escuela, se mueven unas cortinitas, así con el soplo de la tarde, y en ese instante algo me recuerda, algo muy grande, muy profundo me lo recuerda, de tal manera que me suelto escribiendo. Así nace todo el primer canto, en ese ratito, en diez minutos. Había tenido que esperar veinte años para que saliera ese pedacito.
—Hay muchas mujeres importantes que aparecen en su biografía: Rosario Castellanos, Lolita Castro, su hermana Estela, su hija Marianne. Además en sus poemas aparecen mucho la maternidad, el deseo reprimido. ¿Usted consideraría que su poesía es femenina, o que existe una poesía femenina?
―Desde luego que sí existe, porque yo tengo un poema que se llama las Vírgenes terrestres y a lo largo del poema estoy siempre diciendo, “soy la virgen terrestre”, una cosa que no puede decir un hombre, ¿verdad? Y me estoy refiriendo a algunos problemas femeninos. Y sí, [mi obra] es muy femenina.
—Hay autores como Nietzsche que dicen que la escritura es un don masculino, a lo mejor porque es hombre. Él dice que todos los hombres que aman a una mujer que escribe tienen algo de homosexuales. ¿Nunca le causó a los hombres de su vida algún problema el hecho de que usted escribiera?
―Sí. No sólo yo; creo que muchas mujeres hemos luchado por el hecho de que los hombres no nos aceptan del todo. Sobre todo era muy difícil obtener su aceptación en aquel tiempo.
— ¿Y cómo va ganando usted su reconocimiento?
―Pues yo nada más trabajando, con hechos.
—Muchos de sus poemas de amor aparecen dedicados a diferentes hombres. ¿Considera usted que ha habido muchos hombres que usted ha amado en su vida?
―No muchos. Amores tuve pocos, pero muy intensos. Por ejemplo, hasta la fecha, hay gente que yo recuerdo cuando escucho una canción, o veo algo que me los recuerda. A lo mejor ya están muertos, o no he vuelto a saber de ellos, pero lloro de que los quise mucho, de que los quise muy bien. Pero fueron pocos.
—La inmensa mayoría de sus poemas aparecen dedicados. ¿Estas personas le inspiraron los poemas, o habla vivencias que había compartido con ellos, o son mensajes cifrados para ellos?
―Son poemas para gente que yo sentía mucho cariño y que no tenía yo con que demostrarles ese afecto por su amistad, por su manera de ser, porque en realidad me ha ayudado. Las dedicatorias que yo pongo son agradecimientos más que nada, a gente que me ha ayudado mucho en mi vida, médicos, doctores que me han operado sin cobrarme un centavo nada más porque les gusta mi poesía. La vida para mí fue muy difícil, yo sí sentí que necesité ayuda. Y siempre me la dieron. Y a todas esas personas, la mejor manera en que podía corresponderles era con un poema.
—Sobre sus poemas, no sé si para usted los poemas sean como hijos también, yo creo que siempre se les tiene un cariño muy especial.
―Sí, son como hijos y uno responde por ellos y tiene que seguir respondiendo siempre, porque se lo exige el poema mismo.
—También entre los hijos hay predilectos. ¿Cuáles serían sus favoritos?
―El Retorno de Electra y Bajo el oro pequeño de los trigos. También el poema que escribí para todos los poetas, Los días delirantes, que apenas está por salir en el Fondo de Cultura, en las Obras completas.
—Habla de que su vida ha sido muy difícil, yo creo también que ha experimentado muchas pérdidas. No sé si sea por esto que la muerte aparece como un tema recurrente en sus poemas.
―Yo tuve la desgracia de que de no conocer nada sobre la muerte, de pronto empiezo a tener esas pérdidas de una manera muy dolorosa, porque son seres de los más amados. El primero que se va es mi papá. Él era el ser que más quería. Al poco tiempo muere mi madre, y como consecuencia de eso mi hermana se suicida. Como consecuencia del suicidio de mi hermana, mi hermano empieza a tomar hasta que se muere. Se vino como una avalancha de muerte.
— A pesar de todo esto, yo creo que en sus poemas no hay tanta tristeza. Está muy sublimado este sentimiento de dolor, y también siento que la muerte le abre paso a otros temas metafísicos, a reflexiones sobre la vida.
―Eso sí. Es que la muerte es una parte de la vida, y entonces la encontramos mezclada.
—En Bajo el oro pequeño de los trigos también habla usted sobre la muerte. Y sin embargo, me parece que no es un poema lóbrego. En el momento que lo escribió, ¿pensaba usted mucho en la muerte de los que la rodeaban, o en la muerte propia?
―En la muerte propia. Yo llego a ponerme muy enferma y siento la cercanía de la muerte. A partir de eso surge Bajo el oro pequeño de los trigos.
—Dios aparece mucho en su poesía. No sé si su familia haya sido muy católica, o es algo que va más allá de la religión.
―No, no. Va más allá de la religión. Una vez yo leía en un libro de mística muy interesante que había un pozo del misterio a donde sólo podían entrar dos seres: el poeta y el místico. El poeta se echa un clavado igual que el místico, y encuentran tesoros maravillosos en el fondo del misterio. El poeta los saca y los transforma en palabras, sin darse cuenta; el místico los saca y los transforma en oraciones. Y por eso es tan grande San Juan de la Cruz, porque él saca la oración y el poema.
—Con toda su obra, todo esto que ha trabajado, los homenajes que ha recibido, de hecho ya hay un certamen con su nombre, ¿Qué más le gustaría lograr?
―Pues nada, estar tranquila, ayudar a mis nietas y a mi hija. Tener salud primero, recuperar mi salud y dedicarme a mis nietas y a mi hija.
Entrevista tomada de literaturaiba.com
Fuentes de documentación
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